De cómo Marcel Proust-Viff encontró a Bob Esponja Jr. en el Puente Carlos y lo que este le dijo a aquel

Bob Esponja Jr y Marcel Proust-Viff posan por separado en el Puente Carlos. (De mi proyecto abortado de Bestiario, collage con fotografía analógica.)

      Bob Esponja Jr. camina por el puente más famosos de Praga, inmerso en sus más profundas ensoñaciones, cuando tropieza con alguien de extraño parecido físico. Marcel Proust-Viff pierde el equilibrio y acaba en el suelo. Bob Esponja Jr., avergonzado por el aparatoso accidente que acaba de provocar, pide disculpas e insiste en compensar de alguna manera a Marcel Proust-Viff. Este, sorprendido no sólo del extraño parecido y habiendo advertido que el señor Esponja habla su mismo idioma, decide que merece ser invitado a tomar un café por su agresor nada menos que en la Plaza de San Marcos, en Venecia, donde dice haber probado los mejores capuccinos de la Zona Euro. Al cabo de haber empezado el paseo al Norte de Italia, aparece un tema de interés para ambos: la educación secundaria.
Al parecer, Marcel Proust-Viff es profesor jubilado de Educación Plástica y Visual. Por su gesto cansado adivino que es un Mal Profesor. Bob Esponja, en cambio, recibió una educación formal en su casa, una pequeña granja del Sur de Rumanía, bajo la responsabilidad de sus padres. Después hizo un Máster en Plantas Petrolíferas por la Universidad de Yale, New Heaven. Siempre creyó que ser un Buen Estudiante consistía en algo más que saberse la tabla periódica al derecho y al revés.
B.E. Hace tres años que terminé mi formación. Desde entonces me dedico a viajar. Busco en las calles de Europa ese diálogo que podría haber encontrado entre profesor y alumno si hubiera ido a un colegio normal. Pero por muchos lugares que visite y mucha gente que conozca, sigo echando en falta esos compañeros impacientes por llenarse de conocimientos.
M.P. ¿Diálogo? ¿Impacientes llenarse de conocimiento? ¿Acaso crees que eso existe? En el instituto donde trabajé cuarenta años nunca nadie quiso aprender nada. Y es por eso que después de tanto esfuerzo, la provincia de Teruel sigue sin tener una cultura del arte a la altura del Aragosaurus, nuestro dinosaurio nacional. Me entristece demasiado el desprecio de los alumnos al conocimiento, a la tradición y a la verdad. Nunca podrán conseguir nada por ellos mismos si lo intentan con tan pocas ganas como trataban de aprobar mi asignatura. Definitivamente, el arte no está hecho para el público popular. Es como pedirle a un mono que aprenda a pelar centollos con cubiertos.
B.E. Probablemente un mono no necesita saber pelar centollos, en cambio un adolescente sí que tiene que conocer y poder apreciar aquello que ve. Y un profesor debe saber ayudarle a hacerlo.
M.P No insistas, no importa cuántas veces les haya enseñado cómo trazar un hexágono, no van a saber hacerlo. Les saldrá torcido. Ellos están torcidos. La sociedad se torció hace demasiado tiempo. 
B.E. Déjame decirte que desde hace un tiempo la sociedad somos bastantes de nosotros. Y probablemente ni tus alumnos están torcidos ni hay solamente un camino para llegar a Venecia. Tomemos la A22 en vez de la A10, que es un poco más larga. Podremos discutir esto tranquilamente. Me pregunto qué hubiera dicho Juan Gris si le hubieran acusado de niño de torcer hexágonos. De hecho, Julio Cortázar escribió Rayuela con sus hexágonos bastante torcidos, y eso no le impidió revolucionar la novela hispanoamericana. Lo que intento explicarte es que la verdad es algo múltiple, inherente a cada persona y diferente según quién y para qué. Existen unas verdades que son de todos, pero a esas se les añade la verdad particular de cada uno para que cobren auténtico sentido. El mundo no tiene un manual de instrucciones. Algunos lo llaman pensamiento divergente. 
M.P. Entiendo por dónde vas, pero ¿cómo voy a hablarles de eso a mis alumnos? Todavía recuerdo aquel día que les dije que dibujaran lo que les apeteciera. No fueron capaces de hacer más que garabatos estereotipados, en un estado de nerviosismo y desorientación que poco tiene que ver con la actitud del genio creador.
B.E. Seguramente deberías haber dejado que te lo enseñaran ellos, pero antes de que olvidaran lo que era aquello de ser creativos. Apuesto a que ese episodio sucedió hace más de treinta años. ¿En ese tiempo no te planteaste nunca que quizás hubiera un fallo de método? ¿Hablaste con ellos del asunto?
M.P. Un profesor no tiene fallos de metodología, o al menos eso es lo que los alumnos deben pensar para seguir una buena disciplina y no sentirse inseguros bajo el yugo de aquellos que les protegen de la ignorancia.
B.E. Sin embargo, tú te desesperaste, dudaste de la enseñanza, dejaste de pertenecer a tu trabajo. Quizás tus alumnos no fueron buenos profesores, o no conseguiste acercarte a ellos lo suficiente como para que te enseñaran como enseñarles. 
M.P. Yo ya fui a la escuela, y después estudié mi carrera. ¿Qué me van a enseñar que no supiera ya? Ellos saben de sobra que mi edad deja implícita una autoridad intelectual irrebatible. Por eso reinó el silencio siempre en mis clases. 
B.E. Pues, por ejemplo, te pueden enseñar que los tiempos cambian y que no son los mismos alumnos que fuiste tú, porque viven en un mundo distinto, en el que necesitan aprender cosas ligeramente diferentes a lo que tú estudiaste cuando fuiste a la escuela. O que no van a respetar los conocimientos de alguien que no respeta los suyos, dentro de sus estadios de madurez. Eso no quiere decir que no seas una autoridad para ellos. Sencillamente, pensarán que lo que les enseñes no es parte de su vida, sino solamente unos ecos que resuenan en las paredes dos veces por semana. El buen profesor forma personas, enseña datos pero también métodos. Les abre puertas que pueden ser universales, que hablan al mismo tiempo de música, matemáticas y pintura. El día de mañana no deben ser sólo personas que saben trazar hexágonos con compás. También deben conocer que L'Hexagone es un país donde se come queso y que hexágono se escribe con hache.
Marcel Proust-Viff se queda pensativo. Para en el camino y se sienta en un banco a descansar. Coge una ramita y valiéndose de su punta afilada dibuja un velero en la arena. Sin duda, es el mejor velero que Bob Esponja Jr. ha visto en toda su vida. No puede evitar derramar una lágrima de emoción.

y de fondo... Another Brick In The Wall - Pink Floyd

1 comentario:

Estebender dijo...

No se si esperabas un comentario elocuente por parte de nadie. Todo lo que diga va a sonar tremendamente empobrecido al respecto, puesto que de algo que es un relato más que una tesis nadie puede meterse.
Ya no creo en la crítica de arte, más que en las personas, que han de mentirme para que yo me de cuenta de que están vivos más allá de la coraza que construye su carta de presentación, su pack de principios irrebatibles y audaces contestaciones a no menos audaces observaciones pero de las cordiales. Solo hay que confiar en las personas.. las personas te enseñan lecciones de arte, y algunas están muy bien avenidas, y, si te encuentras en uno de esos momentos gloriosos de la Educación Sentimental, quizá te encuentres acompañando a la chica más hermosa del mundo a su casa y plantándole un beso. Eso no se enseña, pero es más humano que un libro.
Tanto en lo bueno como en lo malo, si eres Bukowsky y escribes un libro, todos penan por tí.. pero, ¿quien se apiada del sufrimiento de aquellos espíritus secos, en el momento más oscuro y cotidiano de su inexistencia emocional?