La idea de la invención es un tema recurrente a la hora de abordar el estudio de Giovan Battista Piranesi, el elocuente grabador veneciano que mostró su particular visión del mundo antiguo y actual durante el siglo XVIII. Fundamental, desde el punto de vista de esta investigación es la fresca alternativa que supone, según expresa Francesco Dal Co “la locura y la mente negra” con que Piranesi nos muestra nuevos mundos. Es en esta locura, entendida como “una desviación irremediable que revela un modo de conducirse carente de fundamento” en la que se apoyará la validación y aceptación que la obra del arquitecto grabador tendrá a lo largo de la historia.
Encontramos ruinas representadas como un elemento ya mimetizado en el triunfo de la naturaleza sobre la creación del hombre, donde el desplome y la horizontalidad se integran como parte de un nuevo paisaje natural entrópico. Esto lo apreciamos en láminas como Vestigie delle Terme d'Antonino Caracalla, donde los restos arquitectónicos se confunden con las formas de la naturaleza, asemejando los restos de muros y columnas a estructuras vegetales como árboles, inclusive, como restos de éstos mismos dentro de paisajes erosionados. Una segunda muestra es Veduta dell’avanzo del Castello… dell’Acqua Giulia una forma de apropiación de las ruinas de la antigüedad a la vida cotidiana de la ciudad, no como monumentos de culto, sino como un elemento más del ámbito urbano, dentro de una relación público/privado que configura nuevas y peculiares espacialidades sociales. EnRovine d’una Galleria di Statue nella Villa Adriana a Tivoli, se evoca la dialéctica de luz/sombra como expresiones claras de la monumentalidad, el temor, la humedad, el silencio y de un inquietante claroscuro que muestra dramáticamente la relación del mundo interior construido y el mundo exterior natural.
Para Piranesi, las ruinas que hallaba integradas en su entorno cotidiano significaban además de fragmentos de un pasado memorable y glorioso, la posibilidad de conservar un patrimonio; al poder dibujar estas arquitecturas fragmentadas recalcando su sentido a la vez emotivo y documental, generando “una de las más lúcidas críticas al mito y a la tradición de lo clásico, por eso se empeñó en buscar sus orígenes, descomponiéndolo hasta el detalle, para hacerlo inútil, o, en todo caso, para confirmar su agotamiento, su definitiva ruina…” según nos comenta Delfín Rodríguez en la colaboración que publica en Historia de las ideas estéticas y las teorías artísticas contemporáneas, que coordina Valeriano Bozal.
Plantear una teoría arquitectónica dibujada no sería descabellado si consideramos que “el dibujo, era para Piranesi, una forma de escribir un texto”. Dentro de esta nueva visión emotiva, usó las ruinas “para constatar la catástrofe de una idea del proyecto y de la arquitectura que ya sólo podían ser enunciadas alegóricamente, incluso con una facilidad trágica.” De este modo –concluye Rodriguez- sus vistas “rompen violentamente con la estilizada presentación de las ruinas propias del Neoclasicismo.”
Basándonos en la investigación de Rafael Argullol, que comenta “Si Winckelmann se halla impresionado por la suprema serenidad de las construcciones grecorromanas, la obra de Piranesi está, desde un principio, impregnada por el sentimiento trágico de lo perecedero.” podríamos deducir que en Piranesi encontramos lo verdaderamente sublime en la mirada ante el arte clásico, a través de la obscuridad y la grandeza de la tragedia. Para Argullol, Piranesi inaugura lo que llama “arqueología trágica”, una visión lo bastante jupiteriana para generar en el arte un antecedente clave de lo que sería la mirada romántica de las ruinas. El hecho de vivir entre las ruinas estimula en su visión la capacidad de mostrar la entropía del ambiente.
Los imaginarios de lo sublime o la estética de la ruina
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