¿Emergencia?


No es nada fácil responder a esta pregunta. Lo primero que me viene a la cabeza, y no es la primera vez, es si realmente tengo una emergencia. Inquietudes, seguro. Emergencia es un término muy robusto, se refiere a algo que se ha de resolver con urgencia, no se si yo tengo una emergencia, al menos de carácter artístico. Intentaré guiarme por los tres interrogantes básicos que nos plantea Lila en la asignatura de Proyectos II.

La primera es definir qué me mueve para comenzar el proyecto y desde dónde hablo. Esto es sencillo. El momento que estamos viviendo es extraordinariamente convulso: una crisis económica que desenmascara un sistema económico que se ha demostrado adolescente y caprichoso. La inestabilidad del momento histórico que vivimos es el perfecto caldo de cultivo para el pensamiento crítico y la acción. Las estructuras de nuestra sociedad son fáciles de desvelar por su continuo movimiento, su crisis interna. Estas crisis nos ofrecen ahora la oportunidad de intervenir sobre ellas, tomar acciones pragmáticas o sencillamente de experimentación artística. 

Pero de alguna forma, no puedo evitar hablar desde mi misma. Por un lado, como estudiante de Bellas Artes de último curso, con un pie en el mercado laboral y con grandes interrogantes acerca de mi futuro. No lo veo como un condicionante, sino más bien como la última oportunidad de realizar un trabajo artístico no delimitado por mis circunstancias económicas o lazos con empresarios o instituciones. Por otro lado, por mi propio estado psicológico, mi sensación ante un mundo que se tambalea y una falta de referencia para construir mi futuro. Hablaba antes de desvelar estructuras sociales, económicas y políticas, pero creo que desde la creación artística me siento más capacitada para hablar de estructuras emocionales o de cómo vivimos en paz con todo esto. Una amiga psicóloga me contaba el otro día que hay menor índice de depresión en tiempos de guerra. Lo que yo me esperaba que ocurriera psicológicamente no tiene tanto que ver con lo que realmente está pasando: energía, ganas de actuar, solidaridad, hermanamiento, etc. Espero no estar siendo demasiado ingenua, pero creo que tengo tiempo de aclararlo. De modo que pienso que de la tendencia introspectiva de la que muchos estamos enfermos en la facultad de Bellas Artes esta vez puede llevarme a una investigación hacia el exterior relacionada con los objetivos de esta asignatura. No se por dónde decantarme en el debate con respecto al “arte útil”, pero tengo curiosidad acerca de a dónde nos va a llevar la situación actual y me apetece encontrar respuestas para ofrecer al público.

El segundo interrogante era acerca del público al que quiero dirigirme. ¿A quién le hablo? Como ya señalaba anteriormente, hay un tira y afloja entre lo introspectivo y lo social. Lo que tengo claro es que me interesa prescindir de ese mecanismo absurdo que hay en el circuito artístico donde toda la acción y reacción está entre el concurso, el comisario, el galerista y el comprador. No me interesa, en parte gracias a que “ser artista”, o lo que esto significa en el estado actual del arte, no es una prioridad para mi en este momento. Desde mi interés hacia el diseño gráfico puedo traer  una curiosidad hacia el mundo de la comunicación de masas. Me parece más interesante esforzarme en construir mensajes complejos que puedan ser entendidos por el mayor número de personas posibles, tal y como lo hacen los publicistas. El debate en torno a la responsabilidad social del diseñador tiene ahora mucho de lo que alimentarse.

Diseño gráfico / Comunicación de masas / Responsabilidad social.
¿Realmente hay de qué hablar?


El tercer punto a analizar es el efecto que otras obras han producido en mí últimamente. El año pasado visité Tallin y de casualidad me encontré con una obra de Nuria Güell en el museo de arte contemporáneo. La sensación que me produjo fue más de lo que años de visitas a galerías han conseguido. Presentaba una obra que se llama Ayuda humanitaria. Empezaba por una oferta de matrimonio al cubano que le escribiera la carta de amor más hermosa. Tras recibir decenas de ellas, cada cual más autodenigrante, ella hacía su elección. Después: las fotos de la boda, el viaje de novios, la correspondencia entre ambos; una colección de documentación gráfica que te ponía la carne de gallina. Mediante una acción tan cotidiana como es casarse ella desvelaba una realidad tan sombría como es el neocolonialismo. Ofrecía en bandeja los ejes de una estructura social sin hacer nada fuera de la legalidad. Y eso es algo que ella maneja muy bien, estrategias de acción donde se airean los problemas éticos mediante la más cotidiana e “inocente” legalidad. Me encantó el juego y la capacidad de camaleonización. En la misma línea, y aunque tengo que estudiarles más de cerca, traigo a Todo por la Praxis, un colectivo que trabaja también con la redefinición de lo que consideramos “normal”, haciendo visible lo que desde lo oficial se tiende a ignorar en pro de políticas mercantilistas.




Nuria Güell. Ayuda humanitaria


Por otro lado, no dejo de admirar el trabajo de los historietistas Andrés Rábago García (El Roto) y Forges. Me interesa de ellos el lenguaje analítico adaptado a la comunicación de masas. Es la prueba de que lo complejo puede no ser elitista. En estos últimos meses, sobre todo el primero, ha hecho una labor fascinante de crítica que no ha pasado desapercibida. De todas formas, hay que considerar el hecho de que trabajan para un periódico que ha demostrado estar muy poco comprometido con la libertad, manejando unos niveles de manipulación alarmantes que están muy relacionados con la crisis política actual. 









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